Además de afectar las vidas y limitar los medios de subsistencia de muchas personas, la pandemia también ha incrementado la desigualdad de género. Una de las razones por las que el confinamiento afecta especialmente a las mujeres es porque aumenta significativamente la carga de trabajos no remunerados, labores que recaen desproporcionadamente sobre ellas. Como consecuencia, cada vez más mujeres son vulnerables a la pérdida de empleos y de oportunidades de formación.
Por eso, en ONU Mujeres advierten que “el efecto dominó de tener menos mujeres trabajadoras será nefasto no sólo para el bienestar de las mujeres, sino también para su progreso económico e independencia”.
Si no se le hace frente al impacto desproporcionado de la pandemia por covid-19 en las mujeres, se corre el riesgo de que los avances se reviertan y la desigualdad de género impacte aún más a la economía mundial. Por el contrario, si se toman medidas para restablecer el equilibrio ahora, se podrían mejorar las condiciones de vida de millones de mujeres en todo el mundo e impulsar el crecimiento económico global.
La BBC ha reunido el testimonio y las rutinas de distintas mujeres alrededor del mundo durante el confinamiento. Estas son algunas de sus historias:
«Llego a mi límite casi todos los días. Mi hija se pone a llorar y después yo me pongo a llorar. Son las 5 de la mañana y estoy tratando desesperadamente de completar este artículo sobre el sake. Faltan unos días para la fecha límite, pero me gusta ir un paso adelante. La ‘vida de mamá’ es impredecible y no quiero que esta impredecibilidad me cueste un salario», escribe Teni. Ella y su esposo han trabajado desde casa en cuarentena, pero a pesar de trabajar de 9:30 am a 5-6:30 pm, ya no tienen el lujo de entrar en un espacio en donde puedan concentrarse totalmente en sus trabajos.
Además, Teni realiza alrededor del 80% del trabajo no remunerado en su hogar, incluso educar a su hija desde casa.
La jornada de Delina comienza alrededor de las 5 de la mañana y divide su tiempo entre el trabajo en su invernadero y las tareas del hogar. Cada dos meses debe viajar al mercado de agricultores de la ciudad para vender las verduras que ella misma cosecha.
«Los días son muy agotadores en el campo, al menos para mí, porque tengo otras tareas en la casa, pero por ahora mi hija me ayuda, ella es mi mano derecha. Ella me ayuda en la casa, en el campo y en el vivero”, aclara Velásquez.
“Cuando se trata de la ayuda de los niños (en el trabajo no remunerado), es más probable que los padres mencionen la ayuda de las hijas que de los hijos», revela Papa Seck, jefe de estadística de ONU Mujeres.
«Antes tenía que hacer todo sola en el vivero, comprar semillas, almacenar, propagar, regar, cocinar, limpiar, pero ahora que ha cerrado el año escolar mi hija me ayuda a limpiar, cocinar, lavar la ropa. Mi pequeño me ayuda en el vivero, mi marido pasa más tiempo con nosotros y nos ayuda en todo lo que puede. Es más relajante para mí», cuenta Delina sobre su rutina en los últimos meses.
Si bien la vida y el trabajo de la mayoría de las personas se han visto afectados negativamente por la pandemia, los empleos y la subsistencia de las mujeres suelen ser mucho más vulnerables. Miles de mujeres alrededor del mundo han sufrido y siguen sufriendo la desigualdad de género y pérdida de trabajo por la necesidad de cumplir con labores no remuneradas.
Desafortunadamente, la naturaleza del trabajo sigue dividiéndose por género: las mujeres y los hombres tienden a desempeñar diferentes ocupaciones tanto en las economías maduras como en las emergentes.
Por estas razones es importante actuar ahora para eliminar las barreras que impiden una mayor participación de la mujer en la fuerza de trabajo y que tenga un papel más relevante para cosechar beneficios económicos y sociales.
Anita Bhatia, directora ejecutiva de ONU mujeres, expresa al respecto que «No se puede enfatizar lo suficiente en la magnitud del problema y el impacto que tendrá si los gobiernos y las empresas no hacen algo».
Por todas estas razones, la ONU pide a los gobiernos y las empresas que reconozcan que existe trabajo no remunerado y que implementen medidas como una licencia familiar o licencia remunerada adicional y que mantengan abiertos los centros de cuidado infantil.
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